CUESTIÓN DE ESTÁTICA


Se puso el día gris, se hizo grave,
incluso llegó a ser domingo por la tarde
siendo como era sábado primaveral y soleado.
Fue un golpe intempestivo y desafortunado
que arremetió contra la frágil voluntad del movimiento,
fue un árbol –plátano de las indias-
el que vino a oponerse en detrimento
de la trayectoria imprevista, improvisada.
Decidiendo aquel hombre permanecerse quieto
a pesar de la incómoda postura adoptada
y con esperpéntico mutismo y de momento,
guardar de sus derechos el más consuetudinario;
sin respirar y con el importuno viento
que sus cabellos peinaba despeinando,
obstinado pensó: “de aquí yo no me muevo”.
Y continuó indolente, tieso,
y dejó entrever por una holgura su vida sonriendo.
Organizando así tal algarada
entre la muchedumbre concurrente
que mórbida y angustiosa le preguntaba
-figurando como allí estaba de cuerpo presente-
Sobre sus familiares y allegados,
su edad, estado civil y antecedentes.
Pero él sin conmoverse, apenas sonrojado,
insolidario con los requerimientos
para que al fin se identificara,
se irguiera, sacudiérase los hierros,
de su conciencia de cadáver se despojara
y con firme convencimiento a andar echara,
prosiguió muriendo.
Y en estas circunstancias a todos predispuso
para que le ayudaran
con paciencia a organizar su entierro.
¡qué remedio quedaba!

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